“Las calles fueron testigo de nuestras primeras risas, de los pasos que dimos juntos sin saber aún hasta dónde llegaríamos.”
Las calles aprendieron tu nombre
el mismo día que yo.
Las esquinas guardaron
los ecos de tu risa,
los semáforos supieron
cuánto nos costaba parar.
La ciudad nos vio,
antes de que nosotros supiéramos
lo que éramos.
Cada paso que diste en mi mundo
lo volvió menos gris,
cada rincón que tocaste
se quedó esperándote.
Hoy camino por esas mismas calles,
pero suenan diferente.
Las luces parecen más frías,
el eco de tu voz
ya no rebota en las paredes.
La ciudad nos vio nacer,
pero también nos vio perdernos.