“Las despedidas en los aeropuertos son diferentes. No son un simple adiós, son la promesa de un regreso… o el comienzo de una ausencia que aún no duele.”
El pasillo era largo,
pero no tanto como la espera
que nos esperaba después.
Tu voz sonaba valiente,
pero tus manos temblaban.
La mía sostenía la tuya
como si pudiera retenerte,
como si el tiempo fuera a darnos tregua.
Nos prometimos no llorar,
pero el aire estaba más denso,
las palabras más lentas,
y los abrazos
demasiado cortos para despedirnos.
Te vi caminar hasta desaparecer,
te vi volverte un recuerdo
antes de serlo.
Y el avión despegó,
pero yo me quedé en el mismo lugar.
